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Lanzarote, la oveja negra de las Canarias

No decimos esto alegremente, ni mucho menos en sentido peyorativo. Hablar de Lanzarote, es hablar de tierras negras y rojizas que contrastan con la palidez de sus blancas casas. Hablar de Lanzarote, es hablar de arena y mar, de brisa y sol y por supuesto, de un lugar para conocer.

Nuestros amigos de Suite Isabela, que siempre nos han atendido bien cuando nos hemos alojado en su suite, y cuya villa vacacional se encuentra en un paraje único como el que ofrece Lanzarote, acreditan que la esencia de esta isla, es su color. A diferencia de las playas más conocidas, las tierras más o menos áridas o la vegetación que tanto llama la atención de los turistas, lo que ofrece Lanzarote es único alejado de lo habitual.

Si no conoces esta tierra, tan cercana como distante, sigue leyendo. En este post, vamos a hablar sobre ella y sus peculiaridades. Tratándose como se trata de una tierra que hace eco de volcanes, campos de lava, rocas informes, tierras negras, rojizas y el inmenso mar, este paraje cuenta además con austeras montañas, hermosas playas de arena blanca y del color del sol, exóticos palmerales y el anhelado silencio tantas veces perseguido. Este enigmático paisaje, tiene nombre propio y se llama Lanzarote.

Esta isla, esta considerada como Reserva de la Biosfera por su riqueza y diversidad biológica. En ella, además, tienen cabida centros turísticos en contraste con la tranquilidad de sus localidades. Lanzarote, constituye un lugar donde convergen y conviven los grandes resorts hoteleros y las casas y villas rurales de las poblaciones de interior. Una oferta variada y completa que, garantiza a sus visitantes, las mejores vacaciones, durante todo el año. Su extraordinario clima de temperaturas agradables, los servicios de calidad que ofrecen y todo lo que compone esta maravillosa isla, la convierten en un lugar para todos.

Si algo tiene Lanzarote es atractivo. Su desarrollo se ha ido forjando de manera sostenible y armónica con el propio entorno. El amor y pasión que sienten los lanzaroteños, se transmite en su forma de mantener ese hábitat y entorno sin maltratar el ecosistema ni romper su armonía. Sus paisajes, impresionantes, pueden llegar a evocar otros planetas, el suelo volcánico recuerda a la superficie de Marte, tantas veces emulada en la gran pantalla. A pesar de contar con grandes superficies donde el magma ha dejado su huella, la vida se abre paso a través de su suelo, dando como fruto la producción de famosos vinos con nombre propio y Denominación de Origen. Los matices que el suelo, aporta a esos viñedos, son la envidia de los mejores caldos.

Sol, arena y mar, volcanes y relax

En Lanzarote puedes pasear y recorrer diferentes parajes: desde paisajes volcánicos hasta maravillosas playas. Pasara de las rojizas o negras tierras al blanco de sus playas es inevitable, cuando pisas esta isla. Contrastes y matices, dentro de un mismo entorno, capaces de hacer las delicias de cualquier tipo de turista. Sus cristalinas aguas, no tienen nada que envidiar a otros destinos con mayor renombre, pero con mucho menos que ofrecer.

Las playas, son ideales para los más pequeños. En esta isla, la mayoría de las playas, quedan resguardadas de las corrientes y el oleaje, del mismo modo que las piscinas naturales, formadas gracias a las lenguas de lava que alcanzaron el mar. En contraste, existen playas donde las olas, son perseguidas por los más avezados surfistas. Playas solitarias para los que buscan tranquilidad o playas con su puerto deportivo, animadas y con todos los servicios demandados: restauración, comercios y ocio para todos los gustos.

Entre playa y playa, Lanzarote cuenta con un sinfín de inspiradores paisajes volcánicos que despiertan en el visitante, sensaciones únicas y evocan otros lugares a los que soñamos llegar. Los parajes que forman los volcanes son inspiradores, encierran misterios y constituyen todo un enigma para quien los observa. Contemplar la estampa que ofrecen, atrapan al observador en una íntima y difícil de explicar conexión. Cabe preguntarse a que se debe la energía que trasmite. Naturaleza, orígenes… quien sabe que entraña esa tierra forjada por el paso del tiempo y la naturaleza en la que la mano del hombre, no ha tenido nada que ver.

Una visita obligada es el Parque Nacional de Timanfaya, donde tal vez, encuentres la respuesta a esas preguntas que te planteas durante la mera observación. La máxima expresión del volcanismo de la isla y, por supuesto, una de las más representativas de las que componen el archipiélago canario. Este Parque Nacional, ofrece un paisaje áspero, contundente y salvaje, donde lo más llamativo es el silencio. Contemplar las Montañas del Fuego, desde el autobús, mantiene a los turistas sobrecogidos. La visión responde al porque de su nombre: la naturaleza ha forjado este lugar en base a una paleta de colores y una variedad tonal que mezcla rojos y naranjas con ocres, pardos y negros. El fuego cobra solidez en estas rocas.

Lanzarote es volcanismo. No en vano, los dejes del mismo, quedan manifiestos en cada rincón de la isla. La costa, los campos de cultivo y los pueblos de interior, no escapan a la esencia volcánica que desprende el conjunto. Pese a esa adversidad que presenta el entorno y cuyas condiciones, son extremas, los isleños, han sabido sacar todo el provecho a esta tierra que se suponía estéril.

Ese manto volcánico, se descubre ante isleños y forasteros, para introducirlos en su interior, a través de las cuevas y túneles que las erupciones han creado, presentando un mundo subterráneo que permite conocer, las entrañas de la tierra.

Viñedos con denominación de origen inimitable

Si hablamos de vino, nunca podríamos imaginar que una isla como Lanzarote, contará con vinos propios. Sin embargo, La Geria, es una de esas sorpresas que encierra Lanzarote entre sus ríos de lava entumecida. Una enorme extensión cubierta por los fragmentos de roca negra volcánica que el Timanfaya ha expulsado con cada una de sus erupciones, es aprovechada por los agricultores isleños para el cultivo de la vid. En un lugar donde la lluvia escasea, materiales como el que componen estas rocas, capaces de retener la humedad que se origina de noche, son imprescindibles. Esta técnica tradicional para el cultivo de las vides, se completa con unos característicos muros de piedra que, protegen las plantas del viento que, cuando sopla, sopla fuerte. Este entorno creado mano a mano por naturaleza y hombre, ofrece un paisaje tan espectacular como único en el mundo.

El resultado de estos cultivos, son unos vinos con Denominación de Origen, especiales y con reconocimiento a nivel internacional. Lo mejor de este paraje, es que puede degustarse una copa de vino en las bodegas que, atesoran sus viñedos, al tiempo que los visitantes, disfrutan de las vistas.

No se puede pedir más, pero más tiene

Lanzarote ofrece tanta diversidad que colma cualquier tipo de necesidad que tenga el visitante. Si con lo ya visto no hemos tenido suficiente, aun nos queda más por ver en esta isla. Arte y naturaleza, conjugados con maestría, gracias al mayor exponente artístico de la tierra: Cesar Manrique. Artista polifacético y universal que, defensor de la naturaleza, mejoraba la misma con su legado artístico. No puedes irte de la isla sin visitar el túnel volcánico, con un espectacular auditorio natural y un lago interior creado por las filtraciones de agua marina.

Arte para los artistas y deporte, para los deportistas. Toda disciplina deportiva, tiene su lugar en Lanzarote. Deportistas de élite de toda Europa, acuden allí a realizar sus entrenamientos cuando el invierno, no permite la práctica de deportes al aire libre. Desde el ciclismo hasta el golf, pasando por todo tipo de deportes acuáticos, son actividades que se pueden realizar durante todo el año. Instalaciones y servicios de primer nivel, capaces de satisfacer las necesidades de los deportistas más exigentes. Para muestra un botón, una de las pruebas mas duras de triatlón, conocida como Ironman, es celebrada en Lanzarote, gracias a su climatología y entorno.

Como no podía ser de otra manera, se trata de una isla diferente, con unos pueblos, diferentes. A causa de las sucesivas erupciones volcánicas que han ido perfilando y dibujando el paisaje que, ahora podemos contemplar, los asentamientos donde discurre la vida se han visto directamente condicionados. La vida en esta isla, no ha resultado fácil. Construir poblaciones en ella ha sido una tarea difícil que ha culminado con resultados inmejorables para el lugareño. No en vano, quienes visitan estos lugares, quedan totalmente atrapados en ellos.

Las casas, de paredes blancas, contrastan con el resto de colores que ofrece el entorno. Convirtiendo las poblaciones en lugares idílicos y llenos de un encanto difícil de advertir en otras islas de corte similar. Sin olvidar que, por increíble que parezca, Lanzarote cuenta con una zona algo más verde, el Valle de las Mil Palmeras, donde estas, se entremezclan con las típicas viviendas blancas.

Hasta aquí, este breve paseo por Lanzarote. Un lugar que no podemos catalogar como paradisíaco ala uso, siendo algo más que eso: un lugar único, con un entorno envidiable, que ha sido construido sin que el hombre medie demasiado. Todo lo que allí se puede contemplar, es prácticamente, trabajo de la naturaleza, posiblemente, en detrimento de la supervivencia humana, a quien no ha sido capaz de expulsar. Ahora, la hostilidad de la isla, ha quedado relegada para convivir en armonía con el isleño oriundo y el forastero.

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