No hay un estilo de vida que tenga más encanto que el que tiene un fotógrafo, que se dedica a pasearse por el mundo captando cualquier tipo de detalle en cualquier tipo de entorno. Los fotógrafos tienen, por una parte, una gran suerte con la profesión que han elegido ya que les permite conocer una gran cantidad de lugares y, por ende, a una gran cantidad de personas. Esto tiene una gran cantidad de ventajas. Y es que por algo los fotógrafos adoran tanto su profesión.
Sin embargo, no cabe la menor duda de que ser fotógrafo o fotógrafa implica una serie de riesgos que es mejor tener en cuenta y que no es justo que se olviden. Por regla general, los fotógrafos tienen la obligación de adoptar posturas incómodas y de exponerse a largas e incómodas esperas. Eso tiene una influencia directa sobre la salud del propio fotógrafo y es bastante necesario que intentemos prevenir en la manera de lo que sea posible estas cuestiones.
Pero no son solo las posturas lo que afecta a un fotógrafo en el ejercicio de su profesión. Un artículo publicado en Xatakafoto informaba de que en esta profesión se maltrata mucho más la vista, algo que tiene una incidencia directa en nuestra vida y que es realmente importante tener en cuenta. No es extraño que un fotógrafo utilice, por ejemplo, gafas. Y es que estar constantemente pendiente de una pantalla tiene una serie de consecuencias brutales. Seguro que muchas de las personas que estáis leyendo estas líneas sabéis perfectamente de lo que estamos hablando.
La vista es uno de los sentidos más importantes y, desde luego, tiene una importancia elemental a la hora de garantizarnos una cierta calidad de vida. Los fotógrafos, a menudo, ponen en juego su vista para que la de los demás se vea satisfecha con su trabajo y, por desgracia, su trabajo no siempre se valora en la medida de lo que se merecería. Aunque su estilo de vida es bastante bonito y no todo el mundo puede presumir de ello, no cabe la menor duda de que también es un oficio que resulta muy duro.
No hay un estilo de vida que sea más bonito que el del fotógrafo. La cantidad de lugares a los que este tipo de profesionales viaja como consecuencia de su trabajo es tal que casi nadie puede decir que ha visto más mundo que uno de ellos. Pero el ejercicio de esta profesión implica riesgos. Y es que la realidad ha puesto de manifiesto que muchos fotógrafos y fotógrafas tienen problemas de visión después de bastantes años de duro trabajo con la cámara y con todo tipo de pantallas. En efecto, esto es un problema grave que ha de ser resuelto en la medida que nos resulte posible. Los responsables de la clínica COC nos han comentado que son muchos fotógrafos los que acuden cada año a sus instalaciones con motivo de la reparación de muchos de sus problemas de visión y, gracias a ello, poder seguir manteniendo un estilo de vida único.
Una tarea que tiene mucho de amor al arte… pero en la que no todo es amor al arte
Tenemos la mala costumbre de pensar que el fotógrafo realiza su labor por amor al arte. Bien es cierto que este tipo de profesionales suele tener un amor natural al tipo de actividad que desempeña. Pero no cabe duda de que los fotógrafos trabajar, como todo hijo de vecino, por dinero. Según el portal web Photolari, a casi 9 de cada 10 fotógrafos se les pide trabajar de manera gratuita, algo que es injusto a todas luces.
Que este tipo de profesionales siga desempeñando su labor con la profesionalidad con la que acostumbran es fundamental para conservar un elemento de tanto valor artístico como lo es la fotografía. Y es que la Historia, antes de que llegara Internet o la televisión, se contaba a través de fotografías. Y eso requiere de una profesionalidad y una responsabilidad tremendas.
La vida del fotógrafo es muy bohemia y muy bonita. Muchas personas envidian a las personas que pasan día y noche fotografiando acontecimientos históricos y lugares maravillosos. Pero esto, como todo en la vida, tiene inconvenientes. Cuidar de los fotógrafos es una responsabilidad para con nuestra sociedad de la que no podemos olvidarnos. Sería un error muy grave hacerlo y las consecuencias, hoy que vivimos en la sociedad de la imagen, serían catastróficas.