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Cuando el enfermo lo tienes en casa

Normalmente cuando pensamos en una persona enferma, nuestra mente lo asocia con alguien que se encuentra en un hospital. Sin embargo, en los tiempos que corren, y con lo mal que se encuentra la Sanidad nacional, es muy habitual que muchas personas enfermas tengan que padecerla en su propia residencia. Sin duda un fenómeno cada vez más presente en nuestros días y en el cual habría que hacer un gran análisis.

En mi caso me quiero centrar en una experiencia personal que vivo, y es que mi padre está enfermo de Alzheimer. Tuve claro desde el primer momento que mi casa ya no sería la misma y que tendría que adaptarla a la situación de mi padre. Había que cambiar algunas cosas, ahora bien, gradualmente, habitación a habitación, problema a problema. No es bueno tratarlo de resolver todo al mismo tiempo. Por eso evité transformaciones bruscas que pudieran acrecentar el sentimiento de inseguridad de mi padre.

Lo que sí tenía claro era que tenía que evitar caídas. Ya que en este tipo de enfermos puede ser mortal. Por ello, es recomendable quitar o fijar al suelo alfombras y felpudos, especialmente en el cuarto de baño y dormitorio. También tuve que acortar los cables eléctricos para que no arrastren por el suelo. Y ahora hay muchos por culpa de todos los electrodomésticos que tenemos.

Otro consejo muy bueno es que se elimine los muebles con picos sobresalientes o con cristales, y que acolche los salientes. También cambié las sillas inseguras o aquellas de las que era difícil que mi padre se pudiera levantar.

Los electrodomésticos

Yo también recomiendo guardar bajo llave los electrodomésticos, tipo batidora, afilador, cortacésped, cerillas, encendedores, armas de fuego, llaves de automóvil, productos tóxicos. Además de quitar los cerrojos interiores para evitar que la persona pueda encerrarse. Una vez lo vivimos con mi padre y la verdad es que es una sensación de inseguridad tremenda. Las puertas que dan al exterior y las ventanas deberán estar provistas de un dispositivo de seguridad que impida abrirlos sin ayuda.

Hay que vigilar los sitios particularmente peligrosos, como terrazas, bordes de piscina, coche. Y una cosa que yo siempre recomiendo es prevenir a los vecinos del estado de su familiar para que puedan ayudarle. En los primeros días que estuvo mi padre en casa, después de venir del hospital, nadie sabía que le ocurría, y claro, ellos daban normalidad a todo.

Una cama articulada

Uno de los momentos más complicados cuando tienes enfermos en esta situación es el movimiento. En el caso de mi padre hablamos de una persona de casi 80 kilos y eso es difícil de mover. Una recomendación que hago porque en mi caso me vino muy bien fue comprar una cama articulada. “Existen multitud de limitaciones que la edad u otras circunstancias van generando en nosotros y que nos dificultan progresivamente la realización de nuestras actividades cotidianas y de ocio”, explican desde Cuidaria, una idea creada para mejorar la calidad de vida de las personas y también de sus familiares cuyo principal servicio es el alquiler de camas articuladas en Granada y resto de Andalucía..

Estas camas son una gran solución para personas con dificultades leves para la movilización. Y gracias a ella yo he podido hacer que mi padre tenga una calidad de vida. Se trata de una cama completamente eléctrica en la que puedo levantar tanto la parte de la espalda como la de las piernas. Las medidas son 190cm de largo y 90cm de ancho. Y lo mejor es que los técnicos montan la cama a la altura que más cómoda les resulte. Fue algo muy útil sobre todo cuando se tiene que levantar para ir al baño, porque son varias veces durante la noche.

Etapa final

Hay que tener en cuenta que esta etapa final de la enfermedad viene marcada por un deterioro muy importante del estado general indicador de una muerte inminente  que a menudo se acompaña de disminución del nivel de conciencia de las funciones superiores intelectivas. Está claro que esto supone un gran impacto emocional sobre la familia y el equipo terapéutico que puede dar lugar a dudas emocionales de la familia, siendo básica su prevención y, en caso de que aparezca, disponer de los recursos adecuados para resolverlas.

También recomiendo al cuidador que vaya informándose de todo lo relacionado con la enfermedad y su evolución, así como el modo de llevar las situaciones sociales, económicas… y de la existencia de asociaciones. La mejor opción es que te inscribas en asociaciones de familias de enfermos de Alzheimer para ayudarse mutuamente. En mi caso me apunté y pedí información en la asociación de mi ciudad, Valladolid. Es una lucha diaria pero que irás viendo evolución, en una enfermedad donde suele ser al revés.

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