Que Barcelona está en un punto crítico ahora mismo es un hecho, bueno… Barcelona, Tarragona, Lleida y cualquier localidad de Cataluña, y esto ha provocado que tanto empresarios como turistas, elijan otros destinos para “dejarse el dinero”. No obstante, del mismo modo en el que esto es obvio, también lo es el hecho de que Barcelona es una de las ciudades más europeas que tiene España, es cosmopolita, cuenta con gran diversidad en todos los sentidos y, además, como ocurre con la mayoría de grandes capitales, empieza a estar superpoblada.
Dejando a un lado del tema del independentismo, o de la cabezonería de algunos por no hablar español, Barcelona es una ciudad muy bonita, por lo menos en mi opinión. He estado varias veces, la última vez no hace demasiado tiempo, y quizá lo peor de mi viaje fue que noté una falta necesaria y urgente de ampliación de medios de transporte públicos. Para empezar, tuve que contratar los servicios de Taxi 2 Airport Barcelona porque ya venía avisada sobre el problema de encontrar taxi, o coger otro transporte público hasta la ciudad. Y es que si juntamos a los turistas, los empresarios que viajan a la capital catalana por negocios, y a los propios residentes, la acumulación de gente es tanta que debería haber el doble o el triple de todo, al menos a ciertas horas: el doble de taxis, de autobuses, de metros, etc. Y esto, precisamente, me vuelve a encaminar al mismo punto de partida, la superpoblación de la ciudad condal.
Hay quien dice que lo que ocurre es que Barcelona está creciendo a un ritmo frenético, yo creo que si siguen a este ritmo tendrán que cambiar la estética de la ciudad. Y algunos preguntaréis ¿Por qué? Pues porque, sencillamente, no cabe todo el mundo.
Nuevos tipos de vivienda
En este último viaje del que os hablo, me alojé en un pequeño hotelito muy cerca de la Rambla de las Flores, en el que si salías al balcón de la habitación y extendías la mano, casi podías chocársela al vecino de enfrente. Hay ciertas calles de la ciudad que ya de por sí son muy estrechas, lo que es totalmente comprensible teniendo en cuenta los cientos de años que hace que esas calles fueron creadas, y el problema es que, aun así, hay poca vivienda.
Está claro que el empresario que llega allí a invertir con dinero bajo el brazo acabará comprando, o alquilando, un buen loft en alguna zona cara de la ciudad, pero el trabajador que llega allí a dejarse la vida, el joven estudiante y las nuevas familias tienen mucho más complicado encontrar algo que se adapte a sus necesidades y bolsillo, por eso ya hay quien aboga por los pisos-contenedor y, de hecho, el mes que viene se estrenará el primer edificio Aprop, con 12 contenedores pisos en Ciutat Vella, algo que da pie a que muchos promotores empiecen a plantearse la posibilidad de empezar a construir edificios colmena.
Los minipisos y las viviendas provisionales van a pasar a ser una realidad bastante devastadora en la ciudad y aunque a muchos de nosotros nos gustaría llevarnos las manos a la cabeza y hablar de la necesidad de espacio que necesita cualquier persona para vivir, la realidad es que en Barcelona no cabe ni un alfiler, a no ser que decidas vivir muy a las afueras, claro está, y entonces la ciudad empezaría a convertirse en una especie de “Berlín” que necesita trenes de cercanías que lleven a los residentes de los barrios más alejados hasta el centro, y viceversa, porque claro, Berlín es norme, sí, pero también tiene unas conexiones que ya nos gustaría copiar a nosotros.
El arquitecto Juli Capella, está a favor de este tipo de viviendas, siempre y cuando “no se dé marcha atrás en la habitabilidad”. El tamaño no siempre importa, porque 15 metros cuadrados “«pueden servir para una persona”, como solución provisional, en tiempo restringido y para cubrir una necesidad habitacional, sea social o de un estudiante. Pero deberían ser soluciones “nunca en propiedad y siempre fiscalizado por la Administración” para que los promotores puedan desvirtuarlas.
Así, muchos expertos piensan que la línea roja no son los metros cuadrados, sino la calidad del espacio y su función.
Cuidado con el alquiler
Por otro lado, quienes sí disponen de pisos en buena situación geográfica tienden a alquilarlos a precios desorbitados para todo el año, o a turistas por semanas, lo que sigue dejando fuera al estudiante, la joven familia, o al trabajador.
Y está claro que el potencial turístico y empresarial de la ciudad ha de aprovecharse, no hay que ser ilusos, pero no a cualquier precio. Se deben revitalizar los barrios, pero no solo a base de reformas las viviendas antiguas para crear hoteles en pleno centro, o casas de alquiler turístico, pues entonces hablaríamos solo de una revitalización mercantil, y debería ser también social, cultural y sostenible.
Según un artículo de La Vanguardua, el Ayuntamiento de Barcelona aprobó en 2017 un Plan por el derecho a la vivienda de Barcelona en el que se detallan medidas a poner en práctica los próximos 10 años. También, bajo la premisa “Sin vecinos y vecinas no hay ciudad”, Barcelona se adhirió en 2018 a la alianza mundial de ciudades de la ONU por el derecho a una vivienda adecuada. Pero a pesar de estos esfuerzos, otras ciudades europeas nos llevan ventaja. La ciudad de Berlín, como ya hemos citado, ha recomprado, a través de la empresa pública “Gewobag”, más de 6000 apartamentos por un valor de €920 millones para estabilizar el alquiler y ha propuesto congelar el precio del alquiler durante cinco años. Pero nosotros estamos muy lejos de esto.
Así, otras ciudades se suman al caso de Barcelona, aunque de un modo más pausado: Alicante, Valencia, Sevilla, Almería y muchas más ciudades de la costa cuentan ya con barrios tradicionalmente obreros, cercanos al centro de las urbes, en los que ya hay casi más turistas por las calles, maletas a cuestas, que vecinos residentes de toda la vida.
¿Cuándo vamos a regularizar esto?