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Así me enteré de que tenía intolerancia a determinados alimentos

Es difícil estar 100% libres de sufrir una enfermedad en un momento dado de nuestra vida… o de tenerla de manera permanente. Hay tantas cosas y tantos sistemas en nuestro cuerpo que, por estadística, alguna vez vamos a tener que corregir algo que nos provoque dolores o que implique la llegada de una enfermedad a nuestro organismo. Y debemos tomarnos muy en serio este tema porque, si lo dejamos estar, es bastante posible que las molestias crezcan y crezcan hasta que sean absolutamente insoportables. No podemos permitirnos el lujo de llegar hasta ese punto ni mucho menos. Hay que poner el límite antes.

Os quiero hablar de un caso personal por el que tuve que pasar hace algunos años. Nunca he sido de ponerme enfermo, ni de niño ni ya de adulto. Por eso, siempre que he tenido algún tipo de molestia, me he preocupado. Y eso es lo que empecé a notar hace algún tiempo. Comencé a tener problemas gástricos de los que no había tenido noticia en ningún otro momento de mi vida. No me sentía cómodo después de las comidas y siempre tenía la sensación de que no había comido tanto como para encontrarme mal. ¿Qué estaba pasando? Decidí empezar a buscar algo de ayuda para tratar este tema y resolverlo tan pronto como fuera posible, que es lo que hay que hacer siempre en estos casos.

Empecé a analizar distintas páginas web especializadas en las que creía que podría obtener información acerca de lo que me estaba pasando. Vi varias que me resultaron interesantes, pero hubo una especialmente que dio en el clavo con el tipo de problemas que estaba teniendo: la de Alyan Salud, que establecía cuáles eran los síntomas de una intolerancia alimentaria. Decía que la mayoría de los síntomas se reducen a síntomas gastrointestinales, pero había otros que también estaba sufriendo: problemas digestivos (como una hinchazón, diarrea, gases y dolor abdominal), síntomas cutáneos (como las erupciones o el eccema) y otros síntomas como la fatiga, dolores de cabeza o migrañas.

Tenía la seguridad de que lo que me pasaba era que sufría una intolerancia alimentaria. Pero era cierto que no terminaba de saber a qué. Me puse manos a la obra para tratar de averiguarlo y solicité algunas pruebas para conocer de primera mano qué era lo que me pasaba. Me comentaron que lo habitual en estos casos era realizar una gastroscopia y, aunque no voy a negar que me daba cierto miedo someterme a una cuestión como esta, acepté realizarme la prueba porque sé de sobra que es la más efectiva para conseguir identificar el problema y empezar de ese modo a solucionarlo. Por tanto, no veía la situación desde el punto de vista del miedo, sino desde el de la esperanza. Merecía acabar ya con mis problemas.

Terminaron comprobando que lo que me pasaba era que tenía intolerancia a productos como la lactosa o los huevos. Tengo que reconocer que, en un primer momento, me vine muy abajo al encajar la noticia. ¿Cómo iba a ser mi vida si tenía que evitar ese tipo de productos, los cuales consumía prácticamente a diario? Pero, poco a poco, me terminé haciendo a la idea, leyendo testimonios y foros en los que hay personas que se encuentran en la misma situación y que han salido hacia delante. A fin de cuentas, te terminas acostumbrando a los productos que puedes consumir y los terminas disfrutando de la misma manera que los otros.

De todos modos, hay que tener en consideración que cada vez hay más personas que se encuentran en una situación como de la que estoy hablando. Por tanto, no tengo porqué sentirme mal. Tengo una barbaridad de personas con las que puedo contactar para obtener información en relación a este asunto. Eso es muy útil y la verdad es que estoy absolutamente convencido de que hay muchas más personas a las que, como yo, les tranquiliza saber que hay gente a su alrededor que está pasando por lo mismo y que le puede ayudar en caso de tener dudas o alguna situación incómoda que quieran resolver.

Como este es un asunto que me afecta de manera directa en la actualidad, no he parado de revisar información en internet que han ido publicando bolsas distintos medios de comunicación. En una noticia publicada en la página web de uno de ellos, en concreto El Norte de Castilla, se confirma que cada año hay 4.000 celíacos más en el interior de nuestras fronteras. La verdad es que es una cantidad que confirma que el tema de las intolerancias ya se merece un espacio en el que todas las personas afectadas e interesadas tengan la posibilidad de informarse y de conocer más de cerca qué tipo de cosas pueden hacer para evitar la contaminación cruzada y qué productos son los que van a poder consumir en lugar de los que les provocan la intolerancia.

Importante: puede detectarse una intolerancia alimentaria en cualquier edad 

Debemos tener claro que la intolerancia alimentaria es una cuestión que se puede detectar en cualquier momento de nuestra vida. Es posible que a un niño se le detecte con apenas unos meses o años de edad o que todo eso se empiece a notar cuando el cuerpo ya está desarrollado. No nos tiene que parecer nada raro en absoluto. Como podéis ver si analizáis mi caso, es evidente que el cuerpo fue desarrollando esa intolerancia con el paso de los años y no desde el principio. Por tanto, tenemos que estar preparados para todo o para casi todo. A fin de cuentas, todos los cuerpos no reaccionan de la misma manera ante las mismas situaciones.

Existe una noticia publicada en la página web del diario Abc que habla de las intolerancias que son más frecuentes entre los niños. Las intolerancias a la lactosa o al gluten son las dos que más se repiten, algo que podríamos decir que es bastante habitual entre personas de todas las edades. Luego también podemos hablar de productos que generan alergia, que la noticia asegura que son el marisco, las proteínas de leche, el marisco, el cacahuete y algunas frutas. La verdad es que estoy bastante seguro de que hay gente a vuestro alrededor que ha tenido algún tipo de problema con productos como los que hemos señalado en este párrafo.

Hay más posibilidades que nunca para poder comprar alimentos que no nos dañen 

El hecho de saber que hay un montón de personas que tienen algún tipo de intolerancia alimentaria es lo que ha hecho que se hayan abierto una gran variedad de establecimientos que están orientados a proporcionar comida para personas que sufren problemas como los que hemos descrito. Ahora podemos ir a restaurantes y bares que tienen en su público objetivo a personas con intolerancia e incluso los mismísimos supermercados se han puesto las pilas ofreciendo una gama de productos para este tipo de público, lógicamente incitados por el crecimiento que ha venido experimentando de un tiempo a esta parte.

Esos establecimientos están teniendo un éxito muy grande tanto en España como en otros muchos países de nuestro entorno, así que tienen un futuro de lo más prometedor. Personas como yo han ganado en tranquilidad a la hora de salir de casa y saber que hay lugares a los que pueden acudir sin riesgo. Como persona que tiene intolerancias, sé lo que es salir desde casa sin esa seguridad y los nervios que eso me ocasionaba cada vez que entraba en algún bar en el que no sabía si podían ofrecerme no ya lo que quiero, sino lo que necesito para no ponerme malo y no tener una serie de días demasiado complicados.

En un país en el que la hostelería tiene un papel tan importante dentro de la economía, es importante que haya opciones para todas las personas y que no haya nadie que tenga que salir asustado de casa cuando ha quedado con alguien para tomar algo en algún sitio. Con el aumento en el número de opciones de las que se disponen en estos momentos, estamos consiguiendo dar grandes avances en este sentido. Y estamos seguros de que vamos a continuar avanzando en este sentido. A la sociedad no le queda otro remedio que no dejar de lado a las personas que tienen algún tipo de intolerancia alimentaria.

No es fácil tener que convivir con una intolerancia alimentaria porque, como sabéis, es algo que exige estar muy pendientes en todo momento de lo que nos vamos a llevar a la boca para evitar tener dos o tres días realmente malos. Lo positivo es que ahora sí que hay una conciencia social al respecto y que existen maneras de que, en caso de ligera sospecha, se puedan establecer patrones para identificar cuáles son los productos que nos causan dicha intolerancia y poder evitar que los consumamos y tengamos que pagar las tan molestas consecuencias que eso lleva aparejado. Por supuesto, no se las deseo ni a mi peor enemigo.

 

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