La cirugía estética ha realizado avances increíbles, que ya no se quedan en arreglar desperfectos estéticos de manera voluntaria e interesada. Ahora se pueden regenerar zonas de la piel (o tejido epitelial) que han recibido quemaduras de hasta tercer grado, pareciendo como si no hubiera pasado nada, y las operaciones de nariz permiten respirar mucho mejor a la gente.
Pero han traído a la sociedad de hoy en día un tema más del que preocuparse, los retoques que se hace la gente famosa. Y ese tema de conversación afecta en concreto a los más jóvenes, que con el fin de seguir las tendencias que muestran las revistas de moda, la televisión y las películas, y acuden a la cirugía estética sin saber realmente a qué se enfrentan.
Pero la realidad no es tan bonita como se dice en los programas del corazón. La realidad es que una operación estética, dependiendo de qué tipo sea, puede llegar a ser muy invasiva. Se crean muchas posibilidades de infección y rechazo de prótesis. Y, sobre todo, se crea en la sociedad de que el físico se puede cambiar cuando se quiere.
Y es que se han creado modas, que me permito el lujo de denominar, estúpidas. Estas modas se distribuyen a través de las redes sociales, como Instagram, y tienen como objeto realizar verdaderos ataques a la salud. Entre otras modas, destacan el “bikini bridge”, que consiste el mantener formado un puente por encima del ombligo que se fotografía para mostrar la delgadez; también es muy famoso el “thigh gap”, que consiste en que la parte alta del muslo sea tan firme y delgada que deje un paso claro entre ellas y el pubis, y esto solo se consigue rozando la anorexia, ya que la separación de las pantorrillas por la cara interior depende de la anatomía de las caderas y no de la cantidad de músculo o grasa; y por último voy a mencionar el “collarbone challenge”, que consiste en alojar una ristra de monedas en el hueco que queda entre la clavícula y el cuello.
La disonancia entre problema físico o de identidad
Pero entre jóvenes y adultos hay que atender a varios factores a la hora de decidir si realizar una operación estética. La prudencia y la reflexión deben predominar en lugar de la impulsividad. Aunque existen problemas estéticos de nacimiento, como las orejas muy grandes o una nariz excesivamente doblada, cuya operación parece justificada. Ya que puede generar complejos que pueden afectar al desarrollo normal de la vida.
En adolescentes hay que tener cuidado, ya que la cirugía estética puede estar relacionada con una cuestión de identidad, y dado que el cuerpo no se ha formado completamente, puede que el desarrollo del mismo pueda mitigar ese perjuicio. Los expertos aconsejan que antes de operar, es mejor que se den largos periodos de reflexión para asumir psicológicamente la adaptación al acto y la nueva estética que pueda tener.
Las operaciones estéticas son un tema socialmente sensible, sobre todo para los jóvenes. Y por tanto ha de crearse una conciencia social en la que se enseñe que las operaciones estéticas necesitan de largos periodos de reflexión y adaptación, en los casos en los que son realmente necesarios. Para los casos en los que se estén atendiendo a modas, en lugar de a la salud o a complejos, hay que enseñar a valorar la salud en primer lugar y después el factor estético.
Para los casos en los que se decide optar por la operación hay que contar con especialistas profesionales y con experiencia, que generen confianza y seguridad. Un ejemplo de este tipo de profesionales es la clínica Artestética, que desde el año 1999 han atendido a miles de profesionales, ayudándoles a conseguir los resultados deseados.
En conclusión, la cirugía estética es algo serio, y no podemos caer en las modas pasajeras, que afectan a muchos jóvenes, y que pueden llegar a generar verdaderos perjuicios para la salud. Por eso tenemos que enseñar a nuestros jóvenes a ser conscientes de las consecuencias de los actos y a aceptarse a sí mismos.